¿Cómo se ve afectada la República Dominicana por el cambio climático?

La República Dominicana es muy vulnerable a los impactos del cambio climático (BM, 2018), por ser un Pequeño Estado Insular en Desarrollo (PEID), y por presentar varios condicionantes como los niveles de desigualdad socioeconómica de las personas que aumentan su vulnerabilidad, además, se encuentra entre los países más expuestos a desastres naturales. De acuerdo con el Índice Global de Riesgo Climático de 2021 estamos en el rango de 130, y hace 6 años ocupábamos la posición 80. Aunque los pequeños estados insulares como el nuestro, producen muy pocas emisiones de gases de efecto invernadero (solo representamos el 0.06% de las emisiones en el mundo), sus pobladores son los primeros en sentir las repercusiones de los impactos del cambio climático.

En la mayoría de los casos la mayor parte de la población afectada, es la que se encuentra asentada en zonas de riesgo natural, como lechos de ríos, zonas de pendientes altas, de suelos frágiles o marginales, en las que no existe o no se aplica una normativa para regular el uso del suelo acorde a su capacidad o fragilidad, así como las de menos recursos, impactan también a diferente escala a mujeres u hombres; y por nuestra actividad económica como el turismo y la agricultura, por citar algunos ejemplos, lo que conlleva a un círculo vicioso, en el cual no se puede escapar a la marginalidad si no se toman medidas integrales por parte de todos los actores involucrados.

De igual manera, los impactos del cambio climático son más severos por una urbanización inapropiada y una concentración poblacional en áreas de alta exposición a fenómenos naturales, tal y como es el caso de numerosas ciudades del país, donde se ha dado un fenómeno de rápido crecimiento sin una planificación ni ordenamiento territorial previos, lo que ha repercutido en un aumento de edificaciones mal construidas o con una manutención inapropiada, en la falta de infraestructura básica (agua, alcantarillado, eliminación de residuos, etc.), así como en la ocupación de áreas de drenaje natural.

Los impactos mencionados, se evidencia por una serie de riesgos a corto y a largo plazo, entre los que se destacan las inundaciones, sequías y ciclones, temperaturas medias más altas y elevación del nivel del mar, los cuales interfieren en nuestra salud, la capacidad de cultivar alimentos, la vivienda, la seguridad, el turismo y el trabajo.

Lo anterior, combinado con prácticas inadecuadas de uso y manejo de los recursos naturales, que exceden la capacidad de carga de los ecosistemas en general, produce un deterioro y degradación del medio físico y biológico, que hace muy vulnerables estos espacios territoriales o unidades geofísicas y a quienes las habitan, a los efectos de eventos hidrometeorológicos, especialmente huracanes, ciclones tropicales, y sus efectos secundarios, como deslizamientos de laderas, inundaciones o avalanchas de barro, entre otros.

En este sentido, para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el campo dominicano enfrenta los desafíos impuestos por el cambio climático frente a estos eventos. No obstante, agrega que la agricultura, puede contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, así como su impacto, mediante el manejo de los servicios del ecosistema, la disminución de los cambios del uso de la tierra y la deforestación, etc.

Dado que todos los elementos del ambiente están relacionados entre sí, variar uno de ellos suscita cambios en los restantes, algunas veces imperceptibles y en otros muy notorios. Es por ello por lo que, se ha hecho evidente el cambio climático que alude al cambio absoluto de las temperaturas y los patrones climáticos a través del tiempo como resultado de la variabilidad natural o de las actividades humanas que pueden variar los gases de efecto invernadero citados anteriormente.   

A pesar de que, en República Dominicana, no existe una marcada diferencia en cuanto a las temperaturas acorde a las estaciones del año, como ocurre en otros países, ya que las temperaturas máximas se mantienen oscilando entre 30.2 y 32.2 ºC y las temperaturas mínimas apenas descienden a 21.4 ºC; nuestro país presenta algunas diferencias importantes en materia de precipitaciones de acuerdo con la estación. En invierno y primavera las precipitaciones son menores, sin embargo, en verano y otoño estas duplican las registradas en invierno (ver Cuadro 1). En fin, cuando se habla del cambio climático, se tiende a pensar en cuestiones de índole abstracta o teóricas que ocurrirán en algún momento del futuro, sin embargo, tanto la temperatura como la precipitación son las principales estadísticas que nos muestran la evidencia de la existencia real del cambio climático.

Elaborado por: Leidy Ivelisse Ventura Delba

Coordinadora de estadísticas ambientales y de cambio climático

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